El beato Giaccardo escribió en su diario:
Yo, en la Congregación, no tuve la misión de lanzar nuevas
iniciativas, sino de educar, plantar, integrar nuestra Sociedad de San Pablo en
la Iglesia de Roma, sobre la roca de san Pedro, sobre la apostolicidad de san
Pablo; y he comprobado la paciencia de Dios en asistirme para llevar a cabo
este ministerio.
Dijo el padre Alberione de Él: desde el día
en que lo conocí y le señalé el Sagrario como luz, fortaleza, salvación, su
vida fue una continua y cotidiana ascensión Él prefería
decir con san Pablo: Hasta la plenitud de la edad de Cristo.
Fue maestro de apostolado. Lo sentía, lo amaba,
lo desarrollaba. Era un comunicador de energía,
un sostén para los débiles, luz y sal en
el sentido evangélico.
Algunas expresiones textuales del mismo
beato Giaccardo sobre el sentido de la misión paulina:
El Divino Maestro debe reinar sobre todo,
debe ser dado todo a todos mediante el Apostolado de las Ediciones. El
Apostolado de las Ediciones debe iluminar todos los apostolados, sostenerlos
todos, vivificarlos todos, abarcarlos todos, ejercerlos todos con sus
apóstoles. Y éstos deben ser la gloria de Cristo, Divino Maestro.
En servicio de Cristo Eucaristía, se busca
y se elige lo mejor Así, al servicio de Cristo hecho Palabra, debemos
reservarle cuanto de mejor producen los hombres: el nuestro es un verdadero
Ministerio sagrado.
El beato Giaccardo, después del Fundador,
fue el primer sacerdote que escribió y publicó un libro, en 1928, con el título
María Reina de los Apóstoles, que es la
Patrona de la Familia Paulina.
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