Libertad interior y búsqueda de sentido
Para Viktor Frankl,
fundador de la Logoterapia, el sufrimiento es un aspecto de la vida que no
puede erradicarse, como no pueden apartarse el destino o la muerte. Todavía, sin
todos ellos la vida no es completa.
Según Frankl, el
sentido de la vida siempre está cambiando, pero nunca cesa. En este sentido podemos
descubrir este sentido de la vida de tres modos distintos: (1) realizando una
acción; (2) teniendo algún principio; y (3) por el sufrimiento.
En el primer caso
el medio para el logro o cumplimiento es obvio. El segundo y tercer medio
precisan ser explicados.
El segundo medio
para encontrar un sentido en la vida es sentir por algo como, por ejemplo, la
obra de la naturaleza o la cultura; y también sentir por alguien, por ejemplo
el amor.
Cuando uno se
enfrenta con una situación inevitable, insoslayable, siempre que uno tiene que
enfrentarse a un destino que es imposible cambiar, por ejemplo, una enfermedad incurable,
un cáncer que no puede operarse, precisamente entonces se le presenta la
oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo,
cual es el del sufrimiento. Porque lo que más importa de todo es la actitud que
tomemos hacia el sufrimiento, nuestra actitud al cargar con ese sufrimiento. El
sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el momento en que
encuentra un sentido, como puede serlo el sacrificio.
Claro está que en
este caso no hubo terapia en el verdadero sentido de la palabra, puesto que,
para empezar, su sufrimiento no era una enfermedad y, además, yo no podía dar
vida a su esposa. Pero en aquel preciso momento sí acerté a modificar su
actitud hacia ese destino inalterable en cuanto a partir de ese momento al
menos podía encontrar un sentido a su sufrimiento.
Uno de los
postulados, básicos de la logoterapia estriba en que el interés principal del
hombre no es encontrar el placer, o evitar el dolor, sino encontrarle un
sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir
a condición de que ese sufrimiento tenga un sentido.
Hay situaciones en
las que a uno se le priva de la oportunidad de ejecutar su propio trabajo y de
disfrutar de la vida, pero lo que nunca podrá desecharse es la inevitabilidad
del sufrimiento. Al aceptar el reto de sufrir valientemente, la vida tiene
hasta el último momento un sentido y lo conserva hasta el fin, literalmente
hablando. En otras palabras, el sentido de la vida es de tipo incondicional, ya
que comprende incluso el sentido del posible sufrimiento.
La libertad interior
Para Frankl, el
hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia
mental, incluso en las terribles circunstancias de tensión psíquica y física. Así
escribió en su obra “El hombre en búsqueda de sentido”:
“Los que estuvimos en campos de
concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón
consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede
que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre
se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas
– la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias – para
decidir su propio camino.
Dostoyevski dijo en una ocasión: “Sólo temo
una cosa: no ser digno de mis sufrimientos” y estas palabras retornaban una y
otra vez a mi mente cuando conocí a aquellos mártires cuya conducta en el
campo, cuyo sufrimiento y muerte, testimoniaban el hecho de que la libertad
íntima nunca se pierde. Puede decirse que fueron dignos de sus sufrimientos y
la forma en que los soportaron fue un logro interior genuino. Es esta libertad
espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga
sentido y propósito”.
El modo en que un
hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva, la forma en
que carga con su cruz, le da muchas oportunidades – incluso bajo las
circunstancias más difíciles – para añadir a su vida un sentido más profundo.
No piensen que
estas consideraciones son vanas o están muy alejadas de la vida real.
Es verdad que sólo
unas cuantas personas son capaces de alcanzar metas tan altas. De los
prisioneros, solamente unos pocos conservaron su libertad sin menoscabo y
consiguieron los méritos que les brindaba su sufrimiento, pero aunque sea sólo
uno el ejemplo, es prueba suficiente de que la fortaleza íntima del hombre
puede elevarle por encima de su adverso sino. Y estos hombres no están
únicamente en los campos de concentración. Por doquier, el hombre se enfrenta a
su destino y tiene siempre oportunidad de conseguir algo por vía del
sufrimiento.
Organización: Francisco Galvão, novicio paulino, Brasil
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