Nacido en Módena (Italia) el 1 de mayo de
1925, el P. Amorth fue un religioso de cuerpo entero en la Sociedad de San
Pablo, digno hijo de su fundador, el beato P. Santiago Alberione. Entró en la
Congregación en la Casa Madre de Alba el 25 de agosto de 1947, con 22 años,
exactamente cinco después de haber tenido un coloquio privado con el mismo P. Alberione,
que le impactó determinantemente. Era el verano de 1942 y Gabriel, a sus 17 años,
estudiaba bachillerato y estaba buscando su vocación. Antes de responder a la
llamada del Señor, notada desde tierna edad, tuvo que esperar muchos meses.
Vuelto a Módena, a raíz del 8 de septiembre de 1943 participó como protagonista
en la lucha partisana en Emilia, opción que le costó la condena a muerte de la
que se libró por milagro. Justo por ese servicio hecho a la Patria durante la
ocupación nazista, el 8 de septiembre ú.p. fue condecorado con la “Medalla de
la Liberación” por el Prefecto de Roma, Paola Basilone, en presencia del
ministro de la Defensa, Roberta Pinotti.
Terminado el bachillerato clásico, ya
después de la Liberación, entró en la Acción Católica y seguidamente en la Fuci
(Federación de universitarios católicos italianos), doctorándose en
Jurisprudencia. Dotado de gran inteligencia y perspicacia, militó también en
las filas de la Democracia Cristiana, donde conoció a Giulio Andreotti y a
Alcide De Gásperi. En 1947 el joven Andreotti, en vísperas de su imparable
carrera política, conociendo sus aptitudes, intentó involucrarle en política,
pero inútilmente pues el joven rechazó la invitación porque no había abandonado
la idea de hacerse religioso. Una vez dejada la vida secular y tras los años de
la formación teológica, el 24 de enero de 1954 fue ordenado sacerdote en Roma
por mons. Hilario Roatta.
El P. Amorth desempeñó numerosos cargos en
la Sociedad de San Pablo. Entre otras cosas, fue formador de los jóvenes
aspirantes religiosos paulinos, profesor de bachillerato, Delegado de la Provincia
Italia, animador espiritual de diversos institutos laicales de la Familia Paulina
y periodista. Poseyendo una buena pluma fue durante muchos años director del
mensual Madre di Dio y colaborador de Familia Cristiana. Salió al proscenio de
la crónica mundial tras su nombramiento como exorcista de la diócesis de Roma
por parte del Card. Poletti, hecho acaecido de manera casi casual en 1985. «Estaba
yo en una audiencia privada del Cardenal», recuerda en un escrito dirigido a
los superiores, «y el discurso se centró en el P. Cándido Amantini, exorcista
pasionista en la Escala Santa, a quien yo conocía personalmente. El Cardenal me
dijo su preocupación por la salud del religioso pasionista y manifestó el deseo
de que alguien le ayudara. Entonces tomó una hoja de papel y empezó a escribir
mi nombramiento provisional...».
En breve tiempo el P. Amorth se dio a
conocer al gran público con la publicación de muchos libros, que han presentado
de modo riguroso el oscuro mundo de la magia y del espiritismo. Recordamos ante
todo su primer bestseller, Un exorcista cuenta. Mediante innumerables entrevistas
y artículos puso de actualidad el ministerio del exorcistado en la Iglesia, insistiendo
repetidamente para que los obispos nombren al menos un exorcista en sus diócesis
con vistas a administrar el sacramental del exorcismo a los atribulados y para
aconsejar a los dudosos. Con dotes de rara franqueza y basado en una sólida
preparación teológica, nunca dejó de levantar la voz cuando invitó (con éxito)
a los redactores del último Ritual de exorcismos (2001) a corregir algunas
imperfecciones del texto. Tampoco cabe olvidar que en 1990, junto con el P.
René Chenesseau, fundó la Asociación internacional de los exorcistas para
facilitar momentos de coparticipación e intercambio entre los sacerdotes que ejercen
este precioso ministerio en la Iglesia.
El P. Amorth fue también un colaborador
histórico de Radio María, realizando, entre otras aportaciones, por dos años,
la apreciada sección Diálogos sobre el más allá en el semanario paulino
Crédere.
El P. Gabriele, antes que belicoso
exorcista, siempre fue un hombre cordial, afable, acogedor, dentro de la
franqueza que le caracterizaba. Ayudado de su connatural simpatía unida a un
tono casi bromista con quien le visitaba, era capaz de desdramatizar cualquier
situación, incluso la más angustiosa.
Recuerdan al P. Amorth con inmenso afecto y
gratitud el Superior general de la Sociedad de San Pablo, P. Valdir José De
Castro, que a menudo le visitaba en la comunidad de vía Alessandro Severo en
Roma, y otros muchos cohermanos paulinos, sacerdotes, religiosos, laicos y
laicas que le conocieron y le asistieron a lo largo de sus años de ministerio.
No podemos tampoco olvidar a las innumerables personas atribuladas que frecuentemente,
desde lejos y con recorridos de curación a veces de muchos años, obtuvieron
beneficio con su ministerio en la personal lucha contra el Príncipe de las
tinieblas. A todas ellas las recordaba insistentemente en la oración.
Confiamos ahora su persona al Señor Jesús,
Maestro Divino, a quien sirvió fielmente por numerosos años.
Roma, 16 de septiembre 2016
P. Stefano Stimamiglio
Secretario general
Responsable de la Oficina de Prensa
Curia general de la Sociedad de San Pablo
Fuente: www.paulus .net
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