La vocación es un don de Dios un regalo muy
preciado para quien lo recibe, como lo podemos leer en el evangelio de San
Marcos: “Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos
fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para
enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios.” (Mc 3, 13-15).
A partir de este texto explicaremos lo que
es la vocación:
"…
y llamó a su lado a los que quiso…"
La llamada de Dios no se realiza por algún
mérito propio es un don inmerecido para quien lo recibe. Vemos que Jesús llama
a los que Él quiso, no hace acepción de personas, llama de diferentes
condiciones sociales, con diferentes oficios.
"…
Ellos fueron hacia él…"
Nuestra respuesta siempre es en la libertad
que Él nos ha dado, podríamos decirle que no como lo hizo el joven rico cuyo
destino fue incierto o podemos responderle positivamente por lo cual tendríamos
todo su respaldo y amistad, junto con las gracias necesarias para llevar este
proyecto de vida a adelante.
"…
Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él …"
Dios llama primero para estar con Él, no
llama a realizar actividades sino que las actividades se realizan desde la
unión con Dios, allí se encuentra la fuerza para evangelizar, administrar los
sacramentos y realizar la demás tareas que debemos realizar los consagrados.
Primero debemos disfrutar de su amor y compañía, y corresponder a su gracia.
"…
y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios …"
Finalmente los envía a realizar la misión,
dado que estuvieron con Él fueron formados para ello y aprendieron lo
necesario, lo que debían enseñar, los envía a predicar con poder y autoridad,
el poder de Dios que se hace presente en sus enviados por la presencia del
Espíritu Santo en ellos.
Acojamos la vocación como un regalo de Dios
y démosle nuestra respuesta positiva para vivir e instaurar su Reino en nuestro
corazón y en el de todos los hombres.
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