A todos, sin excepción, Cristo invita: «Donde
esté tu tesoro allí estará también tu corazón» (Mt 6,21). El tesoro del corazón
es todo aquello que lo acapara, es decir, que se convierte en el motivo
dominante y profundo de la vida. Sólo Dios como dador y sus caminos como don,
mostrados en Jesús, son dignos de seducir el corazón del hombre. Acumular
riquezas lleva a que el corazón se aleje cada vez más del tesoro de Dios. No
merecen las riquezas la adhesión del corazón del hombre (Mt 6,19.20).
Libertad frente a la riqueza, los bienes
materiales de este mundo, no es lo mismo que renuncia estoica y maniquea a los
mismos. Jesús y el grupo itinerante de discípulos usaban los bienes materiales
(Lc 8,3). Lo que es denunciado por Jesús, como peligroso, es la aspiración y el
ansia de acumular como garantía de vida y de seguridad. La raíz del
enfrentamiento entre los hombres está en la codicia insaciable. La fuente de la
vida no está en los bienes. Su seguridad no depende de las posesiones. De ahí que
un proyecto de vida basado en acumular riqueza no tiene solidez. «Mirad y
guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está
asegurada por sus bienes» (Lc 12,15). El único modo de liberarse de los bienes
es distribuirlos a los pobres, o sea, viviendo la generosidad y el amor gratuito,
que crean fraternidad entre los hombres (Lc 12,33.34).
La enseñanza de Jesús respecto a los bienes
materiales sólo puede ser comprendida a partir de su comportamiento. El
distanciamiento y el despojamiento de los bienes, como experiencia de libertad,
es una invitación que El hace a quienes estén dispuestos a seguido. Hay, por lo
mismo, dos actitudes ante los bienes: la cristiana y la pagana. Una se
caracteriza por una confianza esperanzada, por la calma y la serenidad. Otra
por la inquietud angustiosa. «Por eso os digo: No andéis preocupados por
vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis» (Lc
12,22). Los que se preocupan por los bienes materiales hasta turbarse y
atormentarse muestran que todavía no han descubierto que quien nos ha dado lo
más -la vida-, nos dará igualmente lo menos -el alimento y el vestido-. La
propuesta de libertad de parte de Jesús es de una fascinación maravillosa.
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