Como leemos en la Sagrada Escritura: “El
Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza” (Lc 9, 58), esta es la
respuesta de Jesús a un hombre que le dice que lo seguirá a donde Él vaya, vemos
entonces que Jesús al dar esta respuesta le pone como condición abandonar sus
seguridades, al igual que al que le dice que antes de seguirlo le permita
enterrar a su padre, para los seguidores la adhesión a Jesús implica adoptar el
estilo de vida del Maestro.
Igualmente los seguidores rompen con la
propia profesión, no es extraño que si vuelven por casa, no sean bien recibidos
y tengan la experiencia de que un profeta es despreciado solamente en su
pueblo, en su familia y en su casa, quedando pues expuestos al menosprecio de
sus conocidos, amigos y familiares.
Se deben abandonar también las posesiones y
la estabilidad económica, emprendiendo una vida de desapego y debiendo ir donde
lo envíen, confiando en el Padre que se preocupa de los pájaros y de los lirios
(Mt 6, 25). Los seguidores de Jesús van evidenciando una actitud de mansedumbre
inculcada por el Maestro, que los deja indefensos ante molestias, rechazos y
agresiones.
La llamada de Jesús y la fascinación por su
persona los ha llevado a pensar más allá de lo puramente material, los ha
llevado a un proceso de muerte y resurrección en cual, el dolor de las rupturas
con las antiguas seguridades queda compensado por el gozo inefable de lo
descubierto en el camino vocacional. Atrévete a ser un seguidor de Jesús no te
arrepentirás.
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