La adoración de los reyes de oriente a
Jesús en el pesebre de Belén, representa la adoración de todos los pueblos al
Dios hecho hombre, de manera que Jesús se da a conocer como luz de las naciones
a través de estos hombres, como lo dijo Benedicto XVI en 2012: “La Epifanía es
una fiesta de la luz. «¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la
gloria del Señor amanece sobre ti!» (Is 60,1). Con estas palabras del profeta
Isaías, la Iglesia describe el contenido de la fiesta. Sí, ha venido al mundo
aquel que es la luz verdadera, aquel que hace que los hombres sean luz”.
Los reyes de oriente nos dan un ejemplo a
seguir porque buscaron la verdad por encima del qué dirán, buscando la verdad
con humildad, aunque no eran del pueblo judío reconocieron que en medio de este
pueblo había nacido el Mesías, el Señor, el Rey de reyes. El papa Benedicto XVI
hace una descripción de los reyes de oriente muy acertada a este respecto: “Eran
hombres en busca de la promesa, en busca de Dios. Y eran hombres vigilantes,
capaces de percibir los signos de Dios, su lenguaje callado y perseverante.
Pero eran también hombres valientes a la vez que humildes: podemos imaginar las
burlas que debieron sufrir por encaminarse hacia el Rey de los Judíos,
enfrentándose por eso a grandes dificultades. No consideraban decisivo lo que
algunos, incluso personas influyentes e inteligentes, pudieran pensar o decir
de ellos. Lo que les importaba era la verdad misma, no la opinión de los
hombres. Por eso afrontaron las renuncias y fatigas de un camino largo e
inseguro. Su humilde valentía fue la que les permitió postrarse ante un niño de
pobre familia y descubrir en él al Rey prometido, cuya búsqueda y
reconocimiento había sido el objetivo de su camino exterior e interior” (Benedicto
XVI, 2012).
Busquemos desde el corazón la verdad, sin
importar el qué dirán y aunque muchas veces tengamos que contrariar la mayoría de
personas que van en busca de las cosas del mundo.
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