Querida y
tierna madre mía, María, ampárame; cuida de mi inteligencia, de mi corazón, de
mis sentidos, para que nunca cometa el pecado. Santifica mis pensamientos,
afectos, palabras y acciones, para que pueda agradar a ti y a tu Jesús y Dios mío,
y contigo llegue al paraíso. Jesús y María, denme su santa bendición: en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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