La caridad de
Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la
ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin
embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El
cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia,
que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los
hombres. Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio
de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después
entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los
pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado
lavar los pies por Cristo.
Papa Francisco
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