Con su muerte y resurrección, Jesús muestra a
todos la vía de la vida y la felicidad: y esta vía es la humildad, que comporta
la humillación. Este es el camino que conduce a la gloria. Sólo quien se
humilla pueden ir hacia los «bienes de allá arriba», a Dios (cf. Col 3,1-4). El
orgulloso mira «desde arriba hacia abajo», el humilde, «desde abajo hacia
arriba».
Papa Francisco
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