Imploremos hoy al Señor resucitado la gracia
de no ceder al orgullo que fomenta la violencia y las guerras, sino que
tengamos el valor humilde del perdón y de la paz. Pedimos a Jesús victorioso
que alivie el sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su
nombre, así como de todos los que padecen injustamente las consecuencias de los
conflictos y las violencias que se están produciendo.
Papa Francisco
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