Glorioso San Camilo, que asististe
a los enfermos como si fueran tus hijos, tú, que eres su celestial Patrono,
protege al hombre que sufre para que no pierda la esperanza; ayuda a los buenos
samaritanos que los atienden. Presenta al Señor nuestras oraciones; sólo Él
puede guardarnos de todo mal y convertir los dolores de nuestro cuerpo y la
soledad de nuestras almas, en frutos de alegría y de amor. Amén.
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