Dichoso aquel que no se guía por mundanos
criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de
Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
Es como un árbol plantado junto al río, que
da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.
En cambio los malvados serán como la paja
barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo
sus caminos acaban por perderlo.
Salmo1
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