“El Sacerdocio es el amor del corazón de
Jesús”, repetía con frecuencia el Santo Cura de Ars. Esta conmovedora expresión
nos da pie para reconocer con devoción y admiración el inmenso don que suponen
los sacerdotes, no sólo para la Iglesia, sino también para la humanidad misma.
Tengo presente a todos los presbíteros que con humildad repiten cada día las
palabras y los gestos de Cristo a los fieles cristianos y al mundo entero,
identificándose con sus pensamientos, deseos y sentimientos, así como con su estilo
de vida.
¿Cómo no destacar sus esfuerzos
apostólicos, su servicio infatigable y oculto, su caridad que no excluye a
nadie? Y ¿qué decir de la fidelidad entusiasta de tantos sacerdotes que, a
pesar de las dificultades e incomprensiones, perseveran en su vocación de
“amigos de Cristo”, llamados personalmente, elegidos y enviados por Él?
Papa Benedicto XVI
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