Bendigo
al Señor en todo momento,
su
alabanza está siempre en mi boca;
mi
alma se gloría en el Señor:
que
los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad
conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos
juntos su nombre.
Yo
consulté al Señor, y me respondió,
me
libró de todas mis ansias.
Contempladlo,
y quedaréis radiantes,
vuestro
rostro no se avergonzará.
Si
el afligido invoca al Señor,
él
lo escucha y lo salva de sus angustias.
El
ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y
los protege.
Gustad
y ved qué bueno es el Señor,
dichoso
el que se acoge a él.
Salmo 33
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