Evangelio
de día
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al
camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno,
¿qué haré para heredar la vida eterna?» Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas
bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás,
no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás,
honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he
cumplido desde pequeño.» Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una
cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así
tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» A estas palabras, él frunció
el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus
discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué
difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el
dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un
rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es
imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Marcos
10,17-27
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