El primer día de la semana, María Magdalena
fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada
del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras
lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados,
uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han
puesto.» Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que
era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a
quién buscas?» Ella, tomándolo por el jardinero, le contesta: «Señor, si tú te
lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.» Jesús le dice:
«¡María!» Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he
subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y
Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."» María Magdalena fue y anunció
a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»
Juan
20,1.11-18
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