martes, 20 de septiembre de 2016

LAS TENTACIONES


El lugar de la tentación del hombre es el desierto, es decir, los momentos de dificultad por los que pasamos, y también cuando nos esforzamos por salir de la esclavitud del pecado como lo hizo el pueblo de Israel al salir de Egipto. Cuando nos esforzamos por encontrarnos con Dios a través de la oración y el ayuno.

La primera tentación de Jesús de convertir las piedras en panes la vence por medio de la obediencia y amor al Padre, con la humildad de no tener que demostrar con arrogancia y vanidad su poder, sino como lo dice en evangelio: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y realizar su obra”. De la misma forma debemos referirnos a la humildad y la obediencia a Dios para vencer las tentaciones.

El maligno tienta a Jesús y nos tienta a nosotros utilizando la mentira y apropiándose de lo que no es suyo, cuando dice: “Te daré todo este poder y esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá”.

En este caso la mentira es, además, una blasfemia, porque la misma maldad se hace igual a Dios y pretende que Jesús reconozca esa falsa divinidad a cambio de unas riquezas que él no puede otorgar, porque sólo Dios es el dueño de todo. Jesús desenmascara esa mentira dándole la gloria a Dios, por lo cual para vencer las tentaciones no tenemos que buscar nuestros propios intereses sino la gloria de Dios.

En el Templo de Jerusalén, Jesús siente la tentación de pedirle al Padre una prueba de su amor y protección, cuando el demonio le dice: “Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden”. Sin embargo, vence esa tentación respondiendo con las palabras del Dt 6,16: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Estas palabras evocan el episodio de Massá y Meribá, cuando los israelitas sintieron sed en el desierto y Dios hizo brotar para ellos agua de la roca. En aquella ocasión, tanto los israelitas como Moisés y Aarón desconfiaron del Señor. Fe y confianza en Dios son indispensables para vencer las tentaciones.

Finalmente en el relato de san Lucas 4,1-13, termina diciendo: “Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno”, vemos que cuando resistimos y luchamos contra la tentación, el maligno finalmente se aleja derrotado.


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