lunes, 9 de enero de 2017

POBREZA ES HUMILDAD

Isaías alerta contra el orgullo y la autosuficiencia, fuente de la incredulidad. Sólo una absoluta confianza en Dios puede arrancar del hombre la inseguridad que lo tambalea. «Si no os afirmáis en mí, no seréis firmes» (Is 7,9). Afirmarse en Dios y ser firmes. Creer y subsistir. Sólo una fe total hace que el hombre experimente salvación.

Quien cree y confía, no vacila, no se impacienta, no se apresura. « Así dice el Señor Dios: "He aquí que yo pongo por fundamento en Sión una piedra elegida, angular, preciosa y fundamental: quien tuviere fe en ella no vacilará" (Is 8,16). Esta Piedra es Cristo (lPe 2,4). Por su adhesión de fe incondicional a Cristo, la Roca, la iglesia vencerá el poder de la muerte (Mt 16,17-19). Ciertamente, la salvación está en escuchar a Dios y en tener confianza en Él, renunciando a escuchar otras voces y a volcarse en otras confianzas.

Los hombres podemos ser muy temerarios y autosuficientes. Dios resulta con frecuencia «molesto» a nuestros oídos y, sobre todo, sorprendentemente «luminoso» a las oscuridades de nuestro corazón. Quien se obstina en su orgullo, corre el riesgo de perderse. Sólo el abandono confiado y sincero en las manos de Dios hace experimentar al hombre su compasión. «Así dice el Señor Dios: "Por la conversión y calma seréis liberados, en el sosiego y seguridad estará vuestra fuerza". Pero no aceptasteis... Sin embargo, aguardará el Señor para haceros gracia, y así se levantará para compadeceros, porque Dios de equidad es el Señor: ¡Dichosos todos los que en Él esperan!» (Is 30,15.18).

Quienes son conscientes de su invalidez y la aceptan, recurriendo a Dios, sabrán que El salva a los débiles, a los oprimidos, a los pobres. Sólo en un pueblo pobre y débil se realiza la fuerza salvadora de Dios. «Los débiles pacerán en mis pastos y los pobres en' seguro se acostarán» (Is 14,30).
Los que con humilde confianza se echan en los brazos de Dios, encontrarán en Él su gozo y su alegría, el aliento de tantas situaciones oprimentes y desgarradoras.



Fuente: Diccionario Teológico de la Vida Consagrada, Ángel Aparicio Rodríguez.




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