El 24 de junio de 1914, la Santa Sede firmó
un concordato con Servia; cuatro días más tarde, el archiduque Francisco de
Austria y su esposa fueron asesinados en Sarajevo; a la medianoche del 4 de
agosto, Alemania, Francia, Austria, Rusia, Gran Bretaña, Servia y Bélgica
estaban en guerra. Era el undécimo aniversario de la elección del Papa.
Pío X no solo había vaticinado aquella guerra
europea, como otros muchos, sino que profetizó que estallaría definitivamente
para el verano de 1914. Aquel conflicto fue para el Papa un golpe fatal.
"Esta será la última aflicción que me mande el Señor. Con gusto daría mi
vida para salvar a mis pobres hijos de esta terrible calamidad". Pocos
días más tarde sufrió una bronquitis; al día siguiente, 20 de agosto, murió.
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