Por Francisco
Galvao, novicio paulino, Brasil
Amigo de verdad…
Es aquel que no te
juzga por las apariencias y no te busca conocer desde la perspectiva de los
demás.
Es aquel que no te
obliga a revelarle tus secretos ni te aprisa a la confianza.
Es aquel que
participa de tus alegrías y conquistas, pero respeta la hora de tu silencio y
de tu soledad.
Es aquel que entiende
tus sentimientos, aun cuando las palabras no son suficientes para traducirlos.
Amigo de verdad...
Es aquel que sufre
contigo en tus angustias y ora por tus necesidades.
Es aquel que lamenta
y sufre con los desencuentros, pero estar siempre de brazos abiertos para
acogerte otra vez.
Es aquel que se
hace cercano a ti, incluso cuando las circunstancias los obligan a caminar en
direcciones diferentes.
Es aquel que te
mira a los ojos y honestamente, te anima: “amigo, tú puedes ser mejor”.
Amigo de verdad...
Es aquel que goza
de tu presencia en el momento de la vida, sin anticipar las alegrías y las
incertidumbres del mañana.
Es aquel que darse
por entero a la amistad, incluso cuando no es capaz de comprender toda la
complejidad del otro.
Es aquel que a
pesar de conocer tus fragilidades y límites más profundos, no desiste de ti;
Es aquel que elogia
a tus capacidades y ayúdate a superar las insuficiencias.
Es aquel que
siempre te devuelve a tu esencia y continuamente te lleva a Dios.
Es aquel que rompe
las puertas de tu mundo interior y llena tu alma de los mejores sueños y deseos.
Tu verdadero amigo…
Es aquel que te ama
no porque tú eres bueno, rico o dotado de talento. Él te ama porque sabe la
verdad de tu corazón...como un espejo de su propio ser.
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