lunes, 7 de marzo de 2016

Acércate a la misericordia de Dios


Por Mario Caicedo, novicio paulino, Colombia


En muchas ocasiones nos encontramos en un mundo que nos ofrece multitud de cosas que hacer, muchos desarrollos tecnológicos que hacen más cómoda y divertida nuestra vida: TV, internet, videojuegos, aplicaciones para smartphone, entre otros.

Pero tanto ruido exterior y tantas ocupaciones nos pueden alejar de la oportunidad de escuchar en nuestro interior la voz de Dios, que como Padre misericordioso nos llama a colaborar en su obra, a esto es lo que podríamos llamar vocación.

Tal vez todas estas distracciones acallan la voz de nuestro Creador y nos hacen caminar en dirección opuesta a la casa del Padre. Citando el pasaje de la Biblia del hijo pródigo (Lc 15, 11-32), buscamos la felicidad en el dinero, las fiestas, los placeres, que simplemente nos dan una satisfacción momentánea que deja un vacío cada vez más grande porque en vez de acercarnos Dios nos alejan de Él.

Debemos admitir que Dios nos ha creado y como dice san Agustín: “Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (Las confesiones), debemos admitir nuestra pequeñez y nuestra necesidad de Dios.

Y la actitud de Dios siempre será la descrita en la parábola del hijo pródigo: “su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó” (Lc 15,20). Por eso yo te invito a acercarte a Dios especialmente a través de la oración, lo cual es simplemente un diálogo amoroso con Él. De manera que puedas decirle como el hijo pródigo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti” y entonces podrás oír en tu interior: “Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado” (Lc 15,23-24).


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