Oh Jesús que has instituido el sacerdocio
para continuar en la tierra la obra divina de salvar a las almas protege a tus
sacerdotes en el refugio de tu sagrado corazón. Guarda sin mancha sus manos
consagradas, que a diario tocan tu sagrado cuerpo, y conserva puros sus labios
teñidos con tu preciosa sangre.
Haz que se preserven puros sus corazones, marcados
con el sello sublime del sacerdocio, y no permitas que el espíritu del mundo
los contamine. Aumenta el número de tus apóstoles, y que tu Santo Amor los
proteja de todo peligro. Bendice Sus trabajos y fatigas, y que como fruto de Su apostolado obtenga la
salvación de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona
eterna en el Cielo. Amén.
Santa Teresita del
Niño Jesús
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