En la sabiduría de la Iglesia Católica toda oración elevada al Padre Celestial se hace por medio de Jesucristo quien es el único Camino, vemos por ejemplo que en las eucaristías las oraciones terminan “Por Cristo Nuestro Señor Amén.” O también en otra parte de la eucaristía se dice: “Por Cristo con Él y en Él a Ti Dios Padre omnipotente…” Él es la única forma en que podemos hacer que nuestros homenajes sean agradables al Padre.

El Padre Celestial quiere ver en nosotros la imagen de su Hijo querido, ver en nosotros su santidad, esa santidad de la cual no se encuentra ni un átomo en este mundo porque es gracia de Dios, solamente proviene de Él. Por lo tanto con la simple razón humana y una vida puramente carnal no se puede alcanzar la meta de la vida eterna, como lo dice la Palabra de Dios: “Por eso, los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8, 8).

Es pues fundamental, que en nuestra vida de
cristianos tratemos por todos los medios de configurarnos con Cristo, en ese
momento que dejamos que Cristo se forme en nosotros estamos tomando el camino
que Él nos indicó en el evangelio. Aspirar a tener su mismo corazón es piedra
angular de nuestra vida espiritual, de manera que podamos decir: “Ya no soy yo
quien vivo, sino Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2, 20).
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