El 12 de agosto de 1815, fue ordenado sacerdote,
este joven que parecía tener menos inteligencia de la necesaria para este
oficio. Los primeros tres años los pasó como vicepárroco del Padre Balley, su
gran amigo y admirador.
El 9 de febrero de 1818 fue enviado a la parroquia
más pobre e infeliz. Se llamaba Ars. Tenía 370 habitantes. A misa los domingos
no asistían sino un hombre y algunas mujeres. El pueblucho estaba lleno de
cantinas y de bailaderos. Allí estará Juan Vianney de párroco durante 41 años,
hasta su muerte, y lo transformará todo.
El nuevo Cura Párroco de Ars se propuso un método
triple para cambiar a las gentes de su desarrapada parroquia. Rezar mucho.
Sacrificarse lo más posible, y hablar fuerte y duro. ¿Qué en Ars casi nadie iba
a la Misa? Pues él reemplazaba esa falta de asistencia, dedicando horas y más
horas a la oración ante el Santísimo Sacramento en el altar. ¿Qué el pueblo
estaba lleno de cantinas y bailaderos? Pues el párroco se dedicó a las más
impresionantes penitencias para convertirlos.
Durante años solamente se alimentará cada día con
unas pocas papas cocinadas. Los lunes cocina una docena y media de papas, que
le duran hasta el jueves. Y en ese día hará otro cocinado igual con lo cual se
alimentará hasta el domingo, y así logró la milagrosa conversión de todos los
parroquianos.
El 4 de agosto de 1859 pasó a recibir su premio en
la eternidad.
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