La eucaristía debe ser el centro de la vida
cristiana y de la vida religiosa, debe ser "fuente y culmen de toda la
vida cristiana" (Lumen Gentium 11), en ella se encontramos las fuerzas
para llevar a cabo la misión que Dios nos ha encomendado en nuestro estado de
vida específico.
En ocasiones tenemos la tentación de hacer de la eucaristía un simple rito o una rutina, pero debemos ir más allá, debemos ver en ella la presencia real de Cristo, “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía” (1 Corintios 11, 24). Así, de diversas formas y en diferentes épocas Dios ha confirmado su real presencia en la eucaristía con diferentes signos y a través de diferentes personas.
En ocasiones tenemos la tentación de hacer de la eucaristía un simple rito o una rutina, pero debemos ir más allá, debemos ver en ella la presencia real de Cristo, “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía” (1 Corintios 11, 24). Así, de diversas formas y en diferentes épocas Dios ha confirmado su real presencia en la eucaristía con diferentes signos y a través de diferentes personas.
Hostia consagrada |
Iglesia de Lanciano donde sucedió el milagro |
Relicario donde se conserva el milagro |
Podemos concluir que Dios
ha dado todo por nuestra redención y salvación que ha llegado al extremo de
quedarse, en la humilde y sencilla forma de la eucaristía, valoremos pues unos
de los misterios más grades del amor de Dios, la eucaristía.
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