martes, 2 de agosto de 2016

Cristo vive realmente en la eucaristía

La eucaristía debe ser el centro de la vida cristiana y de la vida religiosa, debe ser "fuente y culmen de toda la vida cristiana" (Lumen Gentium 11), en ella se encontramos las fuerzas para llevar a cabo la misión que Dios nos ha encomendado en nuestro estado de vida específico.


En ocasiones tenemos la tentación de hacer de la eucaristía un simple rito o una rutina, pero debemos ir más allá, debemos ver en ella la presencia real de Cristo, “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía” (1 Corintios 11, 24). Así, de diversas formas y en diferentes épocas Dios ha confirmado su real presencia en la eucaristía con diferentes signos y a través de diferentes personas.

Hostia consagrada
A continuación presentamos brevemente uno de los testimonios o milagros eucarísticos que confirman que la presencia real de Cristo en la eucaristía no es solo una bonita teoría en la iglesia católica sino que es la realidad más hermosa que podemos tener en nuestra iglesia, según la misma promesa de Cristo: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mateo 28, 20).

Iglesia de Lanciano donde sucedió el milagro
El testimonio histórico y científicamente comprobado sucedió en el año 700, en Lanciano – Italia, sucedió a un monje de la orden de San Basilio que tenía dudas de fe, sobre la real presencia de Cristo en la eucaristía y mientras celebraba la misa la hostia se convirtió en un círculo de carne y el vino en sangre visible. Hasta el día de hoy se conservan la carne y la sangre coagulada en la Iglesia de San Francesco, en un precioso relicario de plata.

Relicario donde se conserva el milagro
Los estudios científicos realizados en 1970, 1971, 1981 arrojaron como resultados que: La carne pertenece al tejido muscular del corazón, Se trata de carne y sangre de una persona viva, ya que la sangre es la misma que se habría podido tomar ese día de un ser vivo, La conservación de la carne y la sangre, dejados en estado natural por 12 siglos y expuestos a la acción de agentes atmosféricos y biológicos, permanece como un fenómeno extraordinario.

Podemos concluir que Dios ha dado todo por nuestra redención y salvación que ha llegado al extremo de quedarse, en la humilde y sencilla forma de la eucaristía, valoremos pues unos de los misterios más grades del amor de Dios, la eucaristía.


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