miércoles, 16 de noviembre de 2016

CONVERSIÓN: LA MEJOR FORMA DE PREPARARSE PARA LA NAVIDAD

Como lo proclama Jesús en el evangelio de san Marcos: “El tiempo (ho kairós) se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca. Convertíos (metanoeite) y creed en la Buena Nueva”. La palabra griega “metanoeite” ofrece un matiz más espiritual: se refiere al cambio de mente, de pensamiento, de corazón, de espíritu.

Todo hombre está llamado a vivir la conversión y por consiguiente la comunión con Dios, pero como el hombre es pecador desde sus orígenes (Rm 5,12), necesita de purificación y conversión para vivir la intimidad con Dios. La conversión tiende a crear una nueva relación con Dios, que supone una ruptura con el “hombre viejo”, con la antigua condición pecadora del hombre para la realización del Reino de Dios.

La conversión es una exigencia radical de la vida cristiana y una tarea de toda la vida. Con Jesús la conversión deja el tiempo de la esperanza inmediata y entra en el tiempo de la plenitud de la salvación, la conversión afecta a todo hombre y abarca a todos los hombres, pues todos estamos necesitados de la salvación. El anuncio del Reino de Dios ya presente exige una nueva actitud ante la vida. Convertirse es como nacer de nuevo, ser nuevas criaturas en Cristo.

Debemos saber que la perfecta configuración con Cristo es un proceso lento de maduración con retrocesos y caídas, por eso requiere perseverancia y también de la ayuda de los sacramentos especialmente de la confesión y la eucaristía.



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