Era hijo de un alto empleado del Califa de
Damasco, y ejerció también el importante cargo de ministro de Hacienda en esa
capital. Pero de pronto dejó todos sus bienes, los repartió entre los pobres y
se fue de monje al monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén, y allí se
dedicó por completo a leer y escribir.
Juan se dio cuenta de que Dios le había
concedido una facilidad especial para escribir para el pueblo, y especialmente
para resumir los escritos de otros autores y presentarlos de manera que la
gente sencilla los pudiera entender.
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