miércoles, 12 de octubre de 2016

EL VOTO DE POBREZA

El voto de pobreza religioso como los demás votos tienen como fin una unión más íntima con Dios en una vida consagrada a Él y a la predicación del evangelio. El religioso a ejemplo de Jesús que fue pobre, naciendo en un pesebre y siendo parte de la familia de un carpintero también se hace pobre y desprendido de las cosas del mundo para cumplir mejor la misión encomendada por Dios.

Vemos que en Jesús Dios se hizo cercano y solidario con la humanidad necesitada de la salvación, en cambio quienes acumulan riquezas es ahí donde ponen y encuentran la confianza de su vida y no en Dios, por lo cual no es posible vivir, a la vez, fiándose del enriquecimiento y de Dios, como se muestra en Lc 16, 13: “Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No puede servir a Dios y al Dinero”.

Para tener a Cristo es preciso perder tantas cosas, incluso muy queridas como lo muestra el texto Bíblico de Mt 16, 24: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”.

A quienes Jesús invita al seguimiento, la prioridad del reino ha de estar sobre cualquier otra como se muestra en Lc 9, 3: “diciéndoles: No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas”.

La pobreza evangélica es vivir la libertad frente a los bienes para anunciar el reino con la confianza puesta en Dios. De manera específica el voto de pobreza busca el desprendimiento de las seguridades en los bienes materiales y de las personas para seguir más perfectamente a Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida.


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