miércoles, 30 de noviembre de 2016

ADVIENTO: LA ALEGRÍA ANTE LA VENIDA DEL SEÑOR

Sabiéndonos necesitados de Dios utilicemos el tiempo del adviento para preparar el recibimiento que Él se merece en nuestro corazón, como lo dice san Anselmo: “deja un momento tus ocupaciones habituales; entra un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arroja fuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparta de ti tus inquietudes trabajosas. Dedícate algún rato a Dios y descansa siquiera un momento en su presencia. Entra en el aposento de tu alma; excluye todo, excepto Dios y lo que pueda ayudarte para buscarle; y así, cerradas todas las puertas, ve en pos de él. Di, pues, alma mía, di a Dios: Busco tu rostro; Señor, anhelo ver tu rostro”.

Este tiempo de adviento es un tiempo favorable para encontrarnos con Dios, en la oración, las obras de caridad, el cambio de las malas costumbres. Alegrémonos también ante la inminente llegada del salvador, como lo dice san Carlos Borromeo: “Ha llegado, amadísimos hermanos, aquel tiempo tan importante y solemne, que, como dice el Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación, de la paz y de la reconciliación; el tiempo que tan ardientemente desearon los patriarcas y profetas y que fue objeto de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón vio lleno de alegría, que la Iglesia celebra solemnemente y que también nosotros debemos vivir en todo momento con fervor, alabando y dando gracias al Padre eterno por la misericordia que en este misterio nos ha manifestado. El Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único, para librarnos de la tiranía y del poder del demonio, invitarnos al cielo e introducirnos en lo más profundo de los misterios de su reino, manifestarnos la verdad, enseñarnos la honestidad de costumbres, comunicarnos el germen de las virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos y herederos de la vida eterna”.

Ante la vida que es tan corta recordemos el salmo 90: “Aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, porque pasan aprisa y vuelan”, esta oportunidad la tenemos cada año, no la dejemos pasar, abramos de par en par nuestro corazón para recibir a Cristo.



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