lunes, 7 de noviembre de 2016

LA AUTORIDAD ES UN SERVICIO

La autoridad es una diakonia, un servicio de amor y de comunión, debe tomar el estilo de Jesús de abajamiento y de buen pastor, que da la vida por sus ovejas. La autoridad se debe utilizar no para destruir sino para edificar, como lo expresa san Pablo en la segunda carta a los corintios: “No es que pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino que deseamos contribuir a vuestro gozo, pues os mantenéis firmes en la fe” (2 Cor 1, 24; 13,9).

Jesús nos dio ejemplo de cómo se debe ejercer la autoridad, siendo de condición divina, se abajó para servir, por tanto, ninguna autoridad en la iglesia podrá hacer el camino inverso: alzarse para dominar. Como lo dice san Agustín: “Aquel que os preside no se considere feliz por la potestad dominante, sino por la caridad servicial” (Regla XI).

La autoridad es un servicio de amor a los hermanos, como lo dijo Jesús: “Yo estoy entre ustedes como el que sirve” (Lc 22, 27), por eso la misión de los discípulos es servir hasta hacerse esclavo de los demás. Los que presiden las comunidades no deben asumir títulos que los sitúen por encima de los demás. El ministerio no es una dignidad, sino un servicio.

Ninguna lógica humana concluirá que los últimos serán los primeros o que “el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor” (Lc 22, 26), y que “el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos” (Mc 10, 43-44). Esta es la lógica de Dios que está por encima de la lógica humana y siempre está mediada por el amor. Vivamos entonces la autoridad como nos lo enseña el evangelio para instaurar el Reino de Dios en nuestras vidas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario