Retomando el pasaje de la conversión de san
Pablo (Hch 9, 4 s) en la que el Señor le dice: "Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?" Pablo le pregunta "¿Quién eres, Señor?", a lo que
recibe la respuesta "Yo soy Jesús, a quien tú persigues", vemos que
Pablo al perseguir a los miembros de la Iglesia perseguía a Jesús mismo.
San Pablo dice en su primera carta a los Corintios:
"¿No sabéis que
vuestros cuerpos son miembros de Cristo?", para san Pablo Cristo y la Iglesia se encuentran unidos del
mismo modo que según el Génesis, el hombre y la mujer llegan a ser una sola
carne, así también Cristo con los suyos se convierte en un solo espíritu, es
decir, en un único sujeto a través de la resurrección.
A este respecto el papa Benedicto XVI dice en su homilía de inauguración
del año paulino en 2008: “Para san Pablo, las palabras sobre la Iglesia como
Cuerpo de Cristo no son una comparación cualquiera. Van más allá de una
comparación. "¿Por qué me persigues?". Cristo nos atrae continuamente
dentro de su Cuerpo, edifica su Cuerpo a partir del centro eucarístico, que
para san Pablo es el centro de la existencia cristiana, en virtud del cual
todos y cada uno podemos experimentar de un modo totalmente personal: él me ha
amado y se ha entregado por mí”.
Todos los cristianos estamos llamados a ser
Cristo vivo hoy como lo fue san Pablo, a ser los pies de Cristo que anuncian el
evangelio, a ser las manos de Cristo de dan generosamente, a ser el corazón de
Cristo que ama desinteresadamente, le pedimos a Dios que nos dé la gracia del Espíritu
Santo para que esto sea una realidad. San Pablo apóstol, ruega por nosotros.
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